Centinelas.

Hacen falta perros bravos

detrás de algunas puertas.

Porque las líneas se diluyen
y te haces pequeño
ante la amenaza
y la mordaza.

Porque nadie toca tu puerta,
todos entran por la ventana.
Pasan a tu sala
y rompen tus adornos.

Porque se pisan unos a otros
frente a tu casa
y ves que corren hacia ti.

Porque callas por fastidio
y te grita hasta el silencio.

No lo busques en el mapa
porque pasa adentro

y pasa afuera.

En cada capa;
en mi país y en tu cuerpo,
en mi mente y bajo el agua.

Centinelas,

hasta el último confín,

de adentro hacia afuera.

®

De(mente).

No creas en la distancia que rompe.
Eso que guardas aunque añores vive;
eso mismo arde y llena.

Besos de aire,
besos de estrellas.
Ah...

Tanto que no regresa,
tanto que todavía hay tiempo,
tanto que nunca.

Este es mi código,

mi cueva,

mi museo de frío por dentro,
de altos árboles que fingen misterio.

Fuego dormida,
fuego despierta.
Cuentas cosidas por el tiempo.

Grabados de todo lo que invento.

Es mi cuartico demente
donde somos siempre.

®

Un día de junio.

El canto de los pájaros no se apaga
y llueve.

Llueve el verde en el suelo;

mis ojos llueven,
tus ojos dicen,
mis pies se plantan,
verdes, blancos, míos;
con fuerza,
sin duda.

Puntos de hielo,
llovizna mi mano;
hace rato que no escribe,

Pasillos, caminos, plazas.

El vapor sube,
se cuela donde antes había frío
y los pájaros gritan.

Tengo cartas que escribir.
Me dicen que el olor de la tierra ayuda
y yo creo que la lluvia limpia.

®

Ser.

No soy la espada,

soy la sentencia.

A veces el chiste

y también la risa.

Soy el tiempo que me toma levantarme cada mañana,

el que tardo en dormirme cada noche

y el que tarda la comida en hacerse.

El carro dañado,

el repuesto;

la enfermedad

y el remedio.

Soy un mensaje

y también el silencio.

Las hojas de lluvia,

el sol de las 4,

la Rosa de Abril,

las cosas que pienso.

Y no siempre soy lo que digo ser.

®