dijo el hombre con la guitarra;
no le creí porque estábamos en la puerta de la catedral
y yo cantaba por dentro.
Anoche nadie escuchó la confesión.
El señor del acordeón se acercó sonriendo;
arrugado, dando gracias.
Hay quienes se ríen de la buena suerte.
Nadie vio que nos miramos con temor,
como a quien no le queda otra opción que saltar al vacío;
incapaces de explicar nada más,
solo decir una oración.
®
incapaces de explicar nada más,
solo decir una oración.
®
No comments:
Post a Comment