Wednesday, January 12, 2011

Cosas que pienso...

...y que a veces ni yo misma entiendo.

Y alguien pregunta, se pregunta.

Algo que uno ve, escucha y sabe: -Es que aquí la gente no aprende (refiriéndose a los damnificados), tuvieron que mandarles a la GN para sacarlos porque destruyeron todo y pedían mucho sin hacer nada.

Es que nadie aprende así. En un país donde los gobiernos se han empeñado en acostumbrarnos a pedir y esperar todo sin nada a cambio. Donde las personas creen merecerlo todo porque sí, sin mucho esfuerzo y por encima de lo que sea. Donde todo pierde valor porque el voto vale una simple promesa.

Siempre se me hace difícil referirme a estos temas sin sentirme un poco culpable porque parece que generalizo. Y siempre será así. Cada persona es distinta como lo es cada situación. Cada quien tiene su historia. No tengo forma de ser justa con todos mas sí de ser sincera y creo que esa es una forma de justicia.

Mientras más pienso en el asunto y trato de buscar respuestas para encontrar soluciones, siento que todo se hace más confuso, que cuesta poner luces que definan un camino a seguir. Que hay tanta destrucción que parece imposible. Y es que inevitablemente me extiendo hacia el resto del mundo y el daño se ve tan extenso… Pero hay que hacerlo. Hay que pensar, volver, repasar, escuchar y hacer.

Sabemos de problemas y de soluciones. Lo que cuesta poner a manera de plan a seguir es el cómo. Estamos claros que la educación, o mejor dicho la falta de ella es determinante. No sólo en el sentido de una enseñanza completa y avanzada para convertirse en profesional. Es esa, tan importante, la que viene de casa, la que se da con el ejemplo. Es esa que no sólo se trata de aprender a dar los buenos días y las gracias o de respetar a los mayores o de sentarse a comer y saber utilizar los cubiertos. Es todo esto y más. Es ese sentido común. Esa conciencia que hay que desarrollar, que no puede perderse de vista ni un segundo, que tiene que ser parte de cada uno de nosotros. Es una responsabilidad con uno y con los demás. Es saber que me equivoco y que siempre puedo enmendar el error. Pero uno no compra derechos, ni respuestas, ni soluciones, ni amor. Sólo lo material puede ser pagado y sin embargo parece que hay conciencias que tienen precio. Allí me pregunto yo y trato, así desde lejos, muy lejos, de lograr el imposible de entrar en la mente de otros, buscando una pista que me diga si realmente es posible ponerle precio a eso o es un espejismo. Me repito que no es posible, que la conciencia no se vende y de allí viene la siguiente pregunta: ¿es posible que no exista la conciencia entonces?

¿Cómo hago? Si no hay manera de que yo comprenda la crueldad intencional.

Volviendo a la responsabilidad. Ser responsable no sólo es cumplir ciertas obligaciones o respetar leyes. Se es responsable con el ejemplo, sabiendo que lo que se hace es más grande que nosotros y siempre será un ingrediente más en el comportamiento del otro. También asumiendo esto, tratando de no confundir lo externo, incontrolable e impredecible con nuestra respuesta y acción. Sin culpas. Sin excusas.

Y mientras escribo esto debo aclarar que tengo muy presentes y como ejemplo para cada cosa de la que hablo mis propios errores. No los olvido porque en mí también tengo una referencia.

Ahora, ¿a quién le doy gracias por pensarme sin rencores? Porque una cosa es el resentimiento y otra el respeto que uno se debe a sí mismo, la dignidad.

¿Cómo se llega a tener el alma tan agrietada por el odio? ¿Cómo sale alguien de eso? Es como cualquier guerra. Uno dispara y el otro responde a la agresión. Y pareciera que nadie se da cuenta que la víctima deja de serlo en el mismo momento en que responde con violencia. Que a partir de allí ambos son culpables y que el precio que se paga es una cuenta compartida donde no hay mejores ni peores, ni buenos ni malos.

Ya me extendí de nuevo a los confines del universo.

Entonces, sigo con las preguntas: ¿Cómo se ayuda a alguien que no se ayuda a sí mismo? Si las personas no entienden que una ayuda es un apoyo pero también debe ser una base, una herramienta para que exista una solución duradera, que permita progreso y se expanda hacia lo que está alrededor y así se forme una fuerte red que sostenga y contenga, en vez de un fin, porque un fin es también un límite.

Si no nos involucramos en todo, no hay salida ni ayuda que valga.

®

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