Sunday, August 7, 2011

Papagayo.















Uno, las olas, el cielo.
Una rueda viene girando con su cola agitada.
El hilo no se distingue todavía.
Abajo un señor que se aproxima,
que parece estar cada vez más cerca;
pero tarda.
La distancia también es, a veces, ilusión.

Espero con emoción.
La rueda sigue su danza de viento.
Yo la sueño porque está lejos.
¿Y si no llega?
¿Cuánto cuesta?
Me pregunto con ansiedad
¿qué haré con él cuando lo tenga?

Mientras tanto, lo quiero.
Todavía no sé por qué;
no he pensado en eso.

Es un papagayo hermoso,
de vivos colores,
con su cola incansable;
volando lejos.
Uno, la brisa, el silencio.
Me sonríe;
quizás es por eso.

El señor tarda en traerlo a tierra.
No sé cuántas vueltas da el hilo en la piedra,
hasta que por fin lo tengo cerca.
Me sorprende su simpleza:
liviano, de anime pintado,
con su cola de bolsa de plástico
y un pabilo como para seguir soñando hasta el cielo.

Lo guardo con cariño,
lo recuerdo mientras espero,
lo deconstruyo mientras consigo que vuele de nuevo.
El anime, la pintura, la bolsa de plástico,
el hilo, la piedra.

Tan parecidos.
Nosotros, el papagayo, el viento.

®

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