Tiempo,
¿cuánto queda?
Amor,
¿cuánto falta?
Mi pequeño infierno,
que te encuentras bajo llave.
Dime,
¿cuánto es mucho?
si ha pasado tanto,
y nada al mismo tiempo.
Amor,
¿qué es el tiempo?
Dime,
¿cuánto es todo?
Todo, amor,
He nadado en esas aguas,
de palabras que se han ido por el caño.
Sé que algunas han salido de mi boca,
y lo siento;
a veces el dolor que llevan otros,
se confunde con el mío.
A veces prefiero no cruzar la calle,
otras, simplemente no hago caso.
A veces siento mis dedos aplastados,
siempre anotando oscuridades;
y lo hago porque sé que a la alegría,
nunca se le escribe sin un dejo de tristeza.
No quiero días que se sepan la historia. Suspiros, suspiros… que ante un venado paralizado en la vía, se vayan por un barranco en la noche, y por desgracia queden vivos.
Si fuese de agua, después de todo... porque no quiero, piel, que me ardas, no tanto.
Conozco la historia que se saben los días, porque mi nombre está escrito en alguna página y tengo tinta en las manos; tampoco quiero cambiarla.
Ah, suspiros, suspiros… que ante los días que suman el frío, quedan atrapados bajo el hielo de la circunstancia; espero que jamás del olvido.
Prefiero ser fuego, en todo caso, o de pega, como hubiese querido.
Cuenta mi mamá que al regresar de un viaje,
cuando yo tenía 4 o 5 años, le dije:
"yo quería convertirme en paloma,
para volar y volar y volar hasta donde tú estabas".
Nos reímos de lo que ella imaginaba en aquel momento;
lo mismo que yo al escuchar el cuento:
aquella palomita volando día y noche,
bajo la lluvia, el sol;
tomando agua de un charquito en el camino,
durmiendo en el frío, sola.
Y yo me preguntaba: ¿de dónde habré sacado yo eso? (risas)
Creo que esta fue la última o única vez que viajaron sin mí en esa época,
a pesar de que al año siguiente,
una noche mientras me cantaba una canción para dormir,
pensando que por no estar en casa estaría inquieta,
le dije: "no cantes más mamá, por favor". (Qué horror)
Hablábamos de momentos lejanos que yo no recuerdo,
algunos son imágenes borrosas.
Parece que son pocas las cosas que se han quedado en mi memoria;
pocas, para mi gusto, muy pocas.
Otras no sé si realmente están allí como algo que he vivido
o es que me las han contado.
Con el tiempo los relatos suelen fundirse con los recuerdos,
y este es nuevo en mi libro de historia.
Puedo caminar por donde no debo
y no siempre decir lo que quiero.
Puedo leer entre líneas
y no encontrar la respuesta.
Conozco las paredes,
siempre han sido transparentes.
Hay restos de cemento en mi cuarto;
de cristal afilado,
de hojas en blanco.
En los capítulos que voy registrando,
el miedo es bien recibido;
ese que creo haber visto sonreír.
®
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