a los ciegos de tanta noche,
el dolor de las flores marchitas.
Dicen que se habla desde el espejo
y siento mis brazos tan débiles.
Pero me veo en tu rostro,
reconozco mis pasos,
escucho aquello que calma:
hay cosas que no tienen reflejo.
Y sé, que la tierra se volverá húmeda,
si un cuchillo llegase a cortar mi piel.
Y sé, que la tierra se volverá húmeda,
si un cuchillo llegase a cortar mi piel.
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