En algún momento
una melodía en susurros
termina quedando en silencio.
Suspirando tan bajo
que vuelve atemporal tu pensamiento,
incoloro a la vista,
invisible a la razón.
Antes o después,
sin parpadeos truena,
todavía sin decir palabra,
te reclama un latido,
o dos o tres,
y tú pierdes la cuenta.
®
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