Una imagen.

Una imagen se desliza frente a tus ojos. Recoge ciertos sonidos imaginarios.
Palabras dichas como fantasmas, que como la música, terminan siendo una fantasía.
La puedes oler y hasta saborear. Puedes inventarle un nombre y ponerle fecha aunque sea infinita en todas sus letras.
Tiene colores que curiosamente nunca habías visto hasta ese momento.
A cada lado, como imantados, se comienzan a estacionar un cuadro tras otro.
Entre un deseo y un sueño se mueven, buscando con desespero darle vida a ese instante.
Tú reaccionas y lo vives con intensidad aunque el viento y el tiempo lo traspasen.
Entonces esa imagen que te enamora, se inmortaliza dulce e inevitablemente.

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